Hay edificios y edificios. Edificios con grandes ventanales que permiten que entre la luz del sol, ver y soñar. Y edificios cerrados que te encierran en sí mismos y te quieren hacer olvidar que existe el afuera, condenándote a vivir en sus adentros. Primero niegan la realidad y luego tratan de borrar el recuerdo que teníamos de ella. En esos edificios viven las ratas. Ratas de traje y corbata. Ratas a fin de cuentas. Ratas que buscan presas fáciles. Para luego morderlas. E infectarlas. Y saciar su apetito. Ratas escondidas en sus edificios. Ratas que merecen ser fumigadas, aunque ni siquiera valen el preciod del veneno que les mate.
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Hay edificios y edificios. Edificios con grandes ventanales que permiten que entre la luz del sol, ver y soñar. Y edificios cerrados que te encierran en sí mismos y te quieren hacer olvidar que existe el afuera, condenándote a vivir en sus adentros. Primero niegan la realidad y luego tratan de borrar el recuerdo que teníamos de ella. En esos edificios viven las ratas. Ratas de traje y corbata. Ratas a fin de cuentas. Ratas que buscan presas fáciles. Para luego morderlas. E infectarlas. Y saciar su apetito. Ratas escondidas en sus edificios. Ratas que merecen ser fumigadas, aunque ni siquiera valen el preciod del veneno que les mate.
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