domingo, 11 de julio de 2010

Miura


Callejón de la Plaza de Toros. Pamplona.

1 comentario:

E.G. dijo...

El corazón de quienes corren late deprisa y en cualquier momento puede ser atravesado por un cuerno. Un cuerno que arrase arterias, aurículas y ventrículos. Al otro lado del vallado, el corazón también se acelera. Pero quienes están en ese exterior no morirán. A lo sumo taponarán con sus manos un pecho abierto intentando que la vida no se escape. El vallado, además de seguridad, sirve para clasificarnos. A un lado quienes arriesgan. Al otro, quienes miran.

 
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