Estar a cuatro patas pero al revés. Una postura ridícula. Absurda. Incluso sugerente. Sin duda inusual. Mantenemos la pose. Aznar jugaba con sus gafas y resultaba inteligente. También hablaba castellano con acento texano y la situación era estúpida. Tiene nuestro cuerpo tantas posibilidades. Y utilizamos tan pocas. ¿Quién decide las posturas dignas e inapropiadas? Como de costumbre lo más inquietante no es lo que nos prohiben, sino lo que ni siquiera llegamos a imaginarnos como posible.
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Estar a cuatro patas pero al revés. Una postura ridícula. Absurda. Incluso sugerente. Sin duda inusual. Mantenemos la pose. Aznar jugaba con sus gafas y resultaba inteligente. También hablaba castellano con acento texano y la situación era estúpida. Tiene nuestro cuerpo tantas posibilidades. Y utilizamos tan pocas. ¿Quién decide las posturas dignas e inapropiadas? Como de costumbre lo más inquietante no es lo que nos prohiben, sino lo que ni siquiera llegamos a imaginarnos como posible.
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